lunes, 23 de febrero de 2015

Bismil-lâhi r-rahmâni r-rahîmi En el Nombre de Allah, el Más Misericordioso, el Dispensador de gracia

Según la mayoría de las autoridades, esta invocación se repite al comienzo de cada sura en todo el Corán a excepción de la sura 9.

En todos los demás casos, esta invocación “en el nombre de Dios”, precede a la sura y no se cuenta como uno de sus versículos.

Los epítetos divinos rahman y rahim se derivan ambos del sustantivo rahma, que significa “misericordia”, “compasión”, “ternura compasiva” y, en sentido más amplio, “gracia”.

Los eruditos musulmanes han tratado de definir, desde un primer momento, los matices exactos de significado que diferencian a estos dos términos. La mejor explicación, y la más sencilla, es sin duda la que propone Ibn Qayyim (citada en Manar I, 48): el término rahman define la cualidad de abundante gracia que es inherente al concepto del Ser de Dios e inseparable de él, mientras que rahim expresa la manifestación de esa gracia en Su creación y su efecto sobre ella –en otras palabras, un aspecto de Su actividad.


Al IJLAS

Bismil-lâhi r-rahmâni r-rahîmi
Con el Nombre de Allah, el Más Misericordioso, el Dispensador de gracia

1. qul huwa llâhu áhad
Di: Él es Allah Único,

2. Allâhu s-sámad
Allah el Irreductible,

3. lam yálid wa lam yûlad
no ha engendrado ni ha sido engendrado,

4. wa lam yákun lahû kúfuan áhad
y no tiene igual.

«Hay varias palabras en árabe que significan sinceridad, pero la más poderosa es Ijlâs. Ijlâs es sinceridad desinteresada, auténtico desapego, pureza absoluta en la intención y en la acción. Es un acto de liberación (jalâs). Quien supera esa prueba accede a un mundo transparente, descontaminado, en el que las cosas no ocultan a Allah sino que son su signo y presencia de su riqueza. Con el Ijlâs, el hombre disfruta de la existencia en su raíz, en la eternidad que está en su fundamento. El Ijlâs es la victoria del espíritu sobre la pesadez de la gota de mezclas, es la hegemonía de la capacidad del hombre para percibir.»

Existen muchos hadices que nos señalan acerca de la importancia de esta sura. El Profeta solía decir que vale por la tercera parte del Corán y no es extraño ya que aquí se nos habla acerca de la naturaleza de Al-lah, Al-ijlas es la cosmovisión del islam. Los musulmanes la solemos repetir varias veces cada día.
Es una declaración de la unicidad de Al-lah, el hilo con el que se teje el islam. Trabajar en la unicidad es el esfuerzo del mumin para deshacerse de todo lo accesorio, todos los ídolos que le impiden acceder al Ijlas.

Este es el yihad mayor, el esfuerzo que hace el creyente por superarse a sí mismo y se trabaja en dos direcciones: interna y externa.

La externa comprende actos de adoración como el azalá, el ayuno y la peregrinación. También consta de prohibiciones como el asesinato, el robo, el delito sexual, la maledicencia, la intolerancia, etc. Todo lo que daña a la sociedad.

La interna consiste en purificar el interior: para ello debemos fomentar cualidades como la confianza en Al-lah, la sinceridad, la generosidad, el desapego, etc. Debemos, así mismo, luchar contra nuestros egos y pulirnos de defectos como la soberbia, la hipocresía, la envidia, el rencor, etc., todos ellos ídolos que nos impiden reconocer la unicidad.

¡Di!, ¡proclama!, dale realidad al hecho de que Al-lah no sólo es Uno e Indivisible, además es ahad, Único y excluyente de todo tipo de asociación. No hay nada más.

El término as-samad sólo aparece una vez en el Corán y sólo se aplica a Allah. Comprende los conceptos de eterno e independiente, causa y motor de todo cuanto existe y de todo lo que el hombre puede concebir. Así pues, nuestra existencia y la de todo lo que percibimos o imaginamos no tiene sentido fuera de esta realidad.
No ha engendrado ni ha sido engendrado. No tiene descendencia, nosotros no somos Su descendencia, ni Su prolongación ni nada que Él necesitase para su realización. No tiene origen y, por tanto, no tiene fin. Es absoluto.

Y no hay nada que se le parezca. No hemos sido creados a su imagen, ni puede ser una imagen que proyectemos, es inimaginable e inabarcable.

Considero esta sura continuación de la sura al-kafirun porque es como si fuera la respuesta y explicación del mumin al kafir: «… y este es mi Din».

Autora : Maite Carbajo

Fuente : Al Kalima

viernes, 20 de febrero de 2015

El dotado de intelecto


De Abu Ala Ah Shaddád Jbn Aus, Allah esté complacido con él que dijo el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz: "El verdaderamente dotado de intelecto es aquel que reflexiona sobre sus acciones(examinando su conciencia) y obra para después de la muerte; y el incapaz es aquel que sigue a sus propios apetitos y pretende la salvaguarda de Allah y obtener su perdón."(Lo relató At Tirmidí)


martes, 17 de febrero de 2015

Había una vez...


Los tiempos en que los "sabios" del Din sabían algo de las ciencias y el conocimiento secular del mundo parecen hoy algo más irreal que los unicornios azules, pero fueron muy reales. 

Muchos musulmanes toman la ruta del conocimiento científico y "adaptan" el Islam a su entendimiento limitado, porque se espantan del "Ilm" que exhiben los así llamados guías de la ummah de hoy (y no me extraña, es tentador).

Es cierto que el mayor físico de la historia, Sir Isaac Newton, dominaba en su día un conocimiento de la ciencia natural que supera hoy con creces el estudiante medio de bachillerato en Europa. Y la explosión del conocimiento lo hace inabarcable para nadie, erudito islámico o gran científico chino, y no para de crecer. Ya no hay, desde hace mucho tiempo, gente de saber casi total, enciclopédico, como antaño: es simple y llanamente imposible. No se puede ignorar todo el asunto simplemente porque no se entiende. Pero lo que sí se puede exigir es un mínimo, un rudimento al menos, para no decir barbaridades que dejan a uno tiritando o llorando de pena. 

Los golfos del Golfo censuran y cercenan la ciencia, la lógica y la filosofía en el currículo escolar (ni filósofos islámicos del pasado como Ibn Sina o Ibn Rushd está permitido leer por esos lares) y luego esperan que los "productos" de esos sistemas educativos prodigiosos con un mero diploma en "ciencias islámicas", del que me permito dudar que sea siquiera completo o profundo vistas las fatwas y opiniones que resultan de él, con el perdón debido lo digo, esa misma gente, digo, se quiere que sean luz para la ummah. 

Pero peor aún son quienes les siguen rechazando toda su educación y desarrollando fobia a leer, y les escuchan como si fuesen Oráculos de Delfos vivientes, de verdad, propagando a los cuatro vientos la ignorancia más oscurantista que he visto en mi corta vida, una falta de saber tal que hace palidecer la barbarie intelectual de Torquemada y toda la Inquisición Española junta.

Interesante charla de Shaykh Yasir Qadhi sobre este problema.

Reflexión del hermano Al Qasem AbdelWadood Ash Shafi'i

Me dicen que el "consenso de todos los sabios" ya afirma (al fin) que ISIS/Daesh son Khawarijj. Algo es algo, no digo que no, pese a no creer posible ese consenso total, pero nadie quiere mirar al origen de las ideas de estos bárbaros. Imagino que si tiramos del hilo encontraremos científicos, librepensadores, celebradores de San Valentín y, por supuesto, fanáticas tariqas sufíes que se cargan el Islam porque hacen hadras cuando pueden para subvertir el "haqq". Promocionar la ignorancia, el salvajismo, el despotismo y todas las bondades asociadas a estas otras tendencias que nadie nombra está claro que, quienes hacen eso y más, NO TIENEN NADA QUE VER.

"¡Orgulloso de ser musulmán!" es un eslogan muy de moda. ¡Vaya! Antes el Islam se enorgullecía de sus siervos más humildes y ahora es justo al revés. Una hermana anónima se convirtió no hace tanto, muy joven. Sus padres aceptaron todo, incluido el salat a sus horas y los hábitos alimenticios. Sólo le pidieron que no se pusiese el pañuelo en el vecindario bastante conservador hispano en el que vivía la familia (y todos sabemos lo que significa eso por estos lares). Desconozco por qué lo pidieron los padres, quizás vergüenza o lo que sea, aunque poco importa, la verdad. Ella se enzarzó más y más por este tema, se le fue la lengua de más y, tras repetidas advertencias, acabó de patitas en la calle. Ella se fue, muy altiva, diciendo que "¡Allah le daría más de lo que ellos le habían dado jamás!" Tras mil penurias no muy gratas imagino que al fin reconoce que Allah no premia: a) discutir con tus padres, b) que se presuma de ser tan especial que Él subhanahu wa ta'ala esté obligado a proveer a nadie, c) especialmente si se busca la miseria por un arranque de obstinación y estupidez, d) el desagradecimiento con lo que los buenos padres, por misericordia de Allah mismo, le habían realmente provisto durante toda una vida, e) el considerar irrenunciable un pañuelo y prescindible hasta el adab más básico, f) etc.

El converso también, o el que nace musulmán pero pasa de todo hasta edad adulta y, de repente, descubre el Islam y quiere ser "estricto" para compensar su pasado. Tan estricto que, viviendo en Europa se planta en las entrevistas de trabajo con una pinta de radical yihadista, dice que por seguir la "Sunnah", que echa para atrás y nadie le contrata. ¡Malvado occidente!, clama al cielo. De nuevo, más importante la barba de un palmo y el bigote rasurado y hasta la chilaba, que el deseo de ganarse el pan. ¡Allah proveerá!, dice. ¿Le vas a obligar? ¿Como premio a una sunnah con desprecio de un fardh?

Perdonadme, pero tengo mañana bastante triste porque veo cosas que me horrorizan cada día. Cada vez digo con menos énfasis a quienes me rodean "¡Eso no es el Islam!", no porque estos ignorantes sean de verdad el Islam o el verdadero Islam, que sin duda no lo son, sino porque veo que habría que, en vez de la frasecita, cada vez más hacer un semestre completo de historia, teología y política musulmanas en los últimos dos siglos, para que cualquiera, incluidos muchos musulmanes, entendiesen mínimamente qué está pasando hoy.


Peor que la muy real subvención financiera de estos grupúsculos que se vuelven monstruos sanguinarios SIEMPRE, es la aún más real subvención ideológica que les da las alas para ser lo que son y reclamar para sí el nombre del Islam.