sábado, 20 de febrero de 2016

LA TRISTE REALIDAD




Carta a los terroristas que amenazan con destruir Al Ándalus

En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso, el Señor de todos los mundos, el Justo, el Creador de la vida y la muerte. El Único que merece ser adorado.

A vosotros terroristas, asesinos, violadores, ladrones, estafadores y devoradores de sueños, raza de víboras sin alma, mentirosos, injuriadores, me dirijo para llamaros por vuestro nombre. No soy un sabio, no soy un erudito, no soy una persona perfecta, ni el mejor de los creyentes, no soy más que uno mas.

Cuando era un niño, mi padre me llevaba en sus hombros, y me enseñaba las cosas bellas de la vida. Me hablaba de Al Andalus, de la Mezquita de Córdoba y de la Alhambra y, en mi corazón infantil, amaba todas las cosas buenas que me contaba y yo le quería con todo mi ser. Allah estaba en mi corazón, y nada ni nadie me podía separar de él. Al Ándalus era el mundo más hermoso que podía imaginar.

Vosotros, ratas de alcantarilla, que os tapáis la cara para ocultar vuestro verdadero rostro criminal, queréis destruir todo cuanto amo y aprendí. Queréis arrasar los santuarios de los sabios, quemar sus libros, destruir la cultura y la civilización de Al Ándalus, arrasar España y Portugal y extender la violencia y el odio.

Vosotros, asesinos sin alma, matasteis a trabajadores, amas de casa, chicas que soñaban con un mundo mejor, adolescentes deseosos de vivir, musulmanes y no musulmanes, con vuestras bombas, el 11 de marzo de 2.004 en Madrid. Matasteis a inocentes igual que un vampiro que devora a un pobre cordero. Matasteis en la única capital de Europa fundada por musulmanes, porque no os importa ni el islam ni los musulmanes.

Yo le digo con a los refugiados de vuestras guerras, lo  que el poeta andalusí Al-Mu'tamid, decía a su ciudad en su exilio:

Invisible tu persona a mis ojos,
estás presente en mi corazón;
Te envío mi adiós con la fuerza de la pasión,
con lágrimas de pena, con insomnio;
Indomable soy, y tú me dominas,
y encuentras la tarea fácil;
Mi deseo es estar contigo siempre
¡Ojalá pueda concederme ese deseo!
¡Asegúrame que el juramento que nos une,
no se romperá con la lejanía;
Dentro de los pliegues de este poema,
escondí tu dulce nombre I'timâd.

A los amantes, que perdieron su amor por vosotros, les digo con las palabras de Ibn Zaydun:

Hoy, triste, me distraigo con las flores,
de los ojos imán, donde la escarcha
juega vivaz hasta inclinar su cuello.
Pupilas son, que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto
irisado resbala por su cáliz.

A vosotros, que habéis asesinado al padre, prostituido a la madre, vendido a la hija, adoctrinado al hijo para convertirlo en un fanático y robado al pobre, el Sagrado Corán os dice:

“Entonces Allah les dirá a los Ángeles: Tomadlo y ponedle argollas en el cuello. Introducidle en Yahim (el fuego del Infierno), Sujetadle, luego, con una cadena del Infierno de setenta codos, Pues no creía en Allah, el Grandioso,Ni exhortaba a alimentar al pobre". (Sura al-Haqq, aleyas 30-34)

“Y agregarán: Si hubiéramos oído o razonado, no estaríamos ahora con los condenados a as-Sa'ir (al Fuego). Entonces reconocerán sus pecados. ¡Qué lejos están de la misericordia de Allah los condenados As Sa'ir (al Fuego)". (Sura al-Mulk, aleya 10-11)

"El Infierno posee siete puertas y cada una está destinada para un grupo determinado de pecadores... " (Sura al-Hiyr, aleya 44)

“El calor del fuego del Infierno es mucho más intenso aún, si lo comprendierais". (Sura at-Tawbah, aleya 81)

"Toda vez que se les queme la piel se la cambiaremos por una nueva, para que sigan sufriendo el castigo..." (Sura an-Nisa, aleya 56)

"Pero no, su castigo será el fuego del Infierno, Que abrasará todos los miembros. Atraerá a quien se negó a seguir la Verdad y se apartó de ella, Y acumuló bienes con avaricia. Ciertamente el hombre fue creado impaciente". (Sura al-Ma'arij, aleya 15)

“Por cierto que le arrojaré al fuego del Infierno (Saqar) ¿Y qué te hará comprender qué es el Saqar? Es un fuego que No deja nada sin quemar, ni cesa jamás. Abrasa la piel. Hay diecinueve Ángeles severos que lo custodian". (Sura al-Mudazir, aleya 26-30)

“Por el contrario, serán arrojados Al Hutamah ( el Fuego devastador).¿Y qué te hará comprender lo que es Al Hutamah? Es el fuego encendido por orden de Allah Que penetra hasta los corazones. Y ciertamente el Infierno será cerrado Con columnas elevadas para que no puedan huir". (Sura al-Humazah, aleyas 4-9)

“Arroja chispas grandes como palacios. Chispas que semejan camellos pardos”. (Sura al-Mursalat, aleyas 32 -33)

"Un grupo en el paraíso y un grupo en el Sa'ir (es decir, el fuego ardiente)". (Sura al-Shurah, aleya 7)

Vosotros, con vuestros videos cargados de odio y violencia, que os describen como lo que sois, macarras armados por otros macarras de guante blanco. Cada vez que amenazáis con destruir Portugal y España en nombre de Allah, para recuperar Al Ándalus, sembráis la islamofobia contra el más débil, la mujer inmigrante, la chica que usa hiyab, el joven que se recorta la barba, el converso que es señalado como un sospechoso, el parado musulmán que busca trabajo y el que lo pierde porque a sus jefes ya no les gustan los musulmanes. Sembráis la discriminación y alimentáis a los partidos populistas que desean echar de España a los musulmanes, con la excusa de vuestros crímenes y dais la oportunidad a los islamófobos de que insulten al Profeta, (saw) y al Sagrado Corán. Sois el anti-islam, la hez de la que se alimentan los que rechazan el islam. No os necesitamos, no os queremos. Vuestra guerra no es una yihad. No nos ayudáis: nos maáis, como las mezquitas que quemáis en Nigeria o Camerún. No hay un solo precepto del Sagrado Corán que no violéis.

El Mensajero de Allah (s.a.s.)  reunía a sus compañeros y les advertía de que “no mataran mujeres, niños, ancianos, monjes, a los que se rindiesen, ni que destruyeran o quemaran casas, cultivos o arrancaran árboles”.

Vosotros matáis a los hombres santos, quemáis las iglesias de los cristianos, violáis a las mujeres yazidíes y secuestráis a sus hijos. Vosotros no sois musulmanes, vuestra enseñanza no forma parte del islam.

Estamos hartos de vosotros, asqueados de vuestros crímenes. No representáis al islam. Cada vez que convertís a una niña en una bomba humana insultáis la memoria de los musulmanes. Solo conseguís nuestro  desprecio.

Vosotros, que vivís como los lobos y las hienas, desviados del islam, os llamáis salafistas pero actuáis como mercenarios, os llamáis salafistas pero vuestro compañero es el mal, Os llamáis salafistas y profanáis tumbas, os llamáis salafistas y no respetáis, ni al huérfano, ni a la viuda.

Vosotros odiáis todo lo que yo amo, todo lo que me enseñaron, todo lo que da sentido a mi vida. Vosotros prostituís el nombre del Sagrado Corán, vendéis a los musulmanes por un barril de petróleo, como delincuentes.

Hoy quiero deciros que yo amo al Profeta, (saws) y que vuestros crímenes no me importan, me dan asco. Quiero que sepáis que estoy al lado de cada víctima, que estoy junto con la viuda, el mutilado, el joven al que le habéis arrebatado su mente para formar un zombi a vuestro servicio, como un autómata sin voluntad propia.

Yo y mas de mil millones de musulmanes estamos en guerra contra vosotros y vuestras difamaciones, porque amamos cada palabra de esa Shariah que no sabéis ni podéis comprender.

Habéis salido de las cloacas del poder, que no tiene padre ni madre. Os vestís de negro como los fascistas italianos, habláis señalando con el cuchillo mientras cortáis cabezas como los matones y chulos. Os creéis poderosos y solo sois títeres del poder.

Allah existe, la verdad existe, y el juicio de Allah tendrá lugar. No me avergüenzo de los pobres del mundo, de los niños ahogados en el Mar Egeo que huyen de vuestra locura, no me avergüenzo de las familias sin hogar, ni del vagabundo, no me avergüenzo de los marginales, no me avergüenzo del hombre que no tiene dinero para alimentar a su hijo, porque vosotros se lo habéis arrebatado todo, no me avergüenzo de mi profeta (saws), que vivió y murió con humildad. Me avergüenzo de un mundo injusto y cruel que no conoce a Allah, ni sabe qué es el amor. Me avergüenzo de los que se benefician de vuestros crímenes, y me da igual si vuestro patrón es ruso, francés, norteamericano o vive en el Golfo Pérsico. Me avergüenzo de todos vosotros.

No envidio a los poderosos y sus torres de marfil construidas con el sufrimiento de la gente, el profeta (saws), vivió en una casa sencilla. No envidio a los que se dicen creyentes, dan limosna y se comportan como los antiguos faraones construyendo nuevas pirámides para su vanidad. Alabo al hombre que hace el bien y busca el bien, sin otra recompensa que Allah.

Amo, a la mujer abandonada, vendida, perdida, porque el mundo que crearon otros le negó su derecho, al niño soldado, que no sabe jugar, a los jóvenes desesperados por la locura de una injusticia que no pueden comprender, a los días grises y los campos quemados por el napalm y las bombas. Amo las heridas de los moribundos y las ruinas de cada ciudad destruida por la avaricia.

El Sagrado Corán dice:

“Éstos estarán En jardines, y se preguntarán acerca de la situación de los pecadores. Entonces, Allah hará que puedan verlos como si estuvieran cerca de ellos y les preguntarán: ¿Qué es lo que os condujo al fuego del Saqar? Responderán: no nos contábamos entre los orantes, no dábamos de comer al pobre, discutíamos y refutábamos la Verdad injustamente y desmentíamos que llegaría el Día del Juicio. Hasta que nos llegó la muerte". (Sura al-Mudazir, aleyas 40-47)

Vosotros, que arrasáis las calles sembrando el terror, que cortáis cabezas para exponerlas en público, que queréis que os obedezcan con miedo, no sabéis qué es Allah.

A vosotros, terroristas, os deprecio, como el profeta (saws), os despreciaría. Hacéis de la tortura vuestro oficio y de la muerte vuestro hogar.

El Mensajero de Allah (saws), dijo "El hombre combate por el botín; el hombre combate por la gloria; el hombre lucha por demostrar la superioridad de su temple; ¿quién es el que combate en el camino de Allah? El que combate para que sea exaltada su palabra, ése está en el camino de Allah" (Al-'aïnî, 6557).

Vosotros combatís para que otros sean más ricos, para tener mujeres, riquezas y botín. Matáis por dinero y por poder.


Fuente: Webislam

domingo, 14 de febrero de 2016

QUE GRAN VERDAD

Hay un dicho en Marruecos, que dice lo siguiente:

Lignasa kabira mawtu-l-fara - Un gran entierro por la muerte de una rata.

Ese dicho, el cual tiene mucha más sabiduría de la que parece a simple vista, quiere decir claramente que a gente que nada vale se la da una enorme importancia.

Así es, en estos tiempos es la gente más superficial y banal que disponen de medios para acercar sus pensamientos huecos al gran público. Y sino disponen de medios es a la gente banal, sumisa y controlable a quienes se les otorga para propagar la propaganda de los faraones a los cuatro vientos.
De esa manera, el minino se ha convertido en un león y la oruga quiere correr más que la liebre. La pulga se ha vuelto elefante, el mosquito águila y la tortuga guepardo.

Todo está al revés en nuestros tiempos, quien nada puede dar, todo lo ofrece, quien a nadie puede ayudar a todo el mundo guía; todos venden algo sin tener nada. Es el mercado en estado puro.


Mas si hay dinero, el mudo se vuelve orador, el cojo salta todos los muros, el sordo todo lo oye.

viernes, 5 de febrero de 2016

El cuento de las arenas

En “El cuento de las arenas” que os presento hoy podemos encontrar uno de esos aspectos de nuestro crecimiento espiritual que muchas veces nos producen más temor, como es la pérdida de la identidad…

Es difícil aceptar que lo que llamamos nuestra personalidad no somos nosotros realmente: es sólo una máscara que nos ponemos cada día y que nos impide conocernos realmente, formada por múltiples capas creadas día a día y año tras año. Cuando partamos, no nos llevaremos nada de todo eso…

Solamente nos llevaremos a nosotros mismos. Pero ¿cómo llegamos a conocer nuestra esencia, lo que realmente somos, que será lo que cruce las arenas?

Para empezar, rompiendo los apegos, que son como anclas que nos atan a lo que creemos ser. Mediante la ruptura de viejos patrones, de viejas estructuras, podemos profundizar en lo que hay detrás y perder el miedo. Porque nuestra esencia pervivirá.

EL CUENTO DE LAS ARENAS

Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.

Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró:

“El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río”

El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.

“Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino”

¿Pero cómo esto podrá suceder?

“Consintiendo en ser absorbido por el viento”.

Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. “¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?”

“El viento”, dijeron las arenas, “cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río”

¿Cómo puedo saber que esto es verdad?

“Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río.”

¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?

“Tú no puedes en ningún caso permanecer así”, continuó la voz. “Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial.”

Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó –¿o le pareció?– que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio. Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia.

Reflexionó: “Sí, ahora conozco mi verdadera identidad“. El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron: “Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña”


Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.