"Siempre que Allah ordena algo, el demonio insta a que la
gente tome una de las dos posiciones extremas respecto al tema: negligencia o
exageración. No le importa a Shaitán por cuál de estos dos errores tome partido
la persona. Busca en el corazón de la persona y si encuentra en él apatía y
negligencia, trata de sacar ventaja mostrándole infundadas dificultades para
que se abstenga. Lo ataca con la pereza y la apatía. Le abre la puerta a las
diferentes interpretaciones (ta'wil), logrando que la persona deje de practicar
obras virtuosas a favor suyo o de la sociedad.
Pero si por el contrario Shaitán encuentra en el corazón del
siervo que es cauto, serio, con mucha disponibilidad y responsabilidad, incita
a la persona a esforzarse demasiado, haciéndose las cosas difíciles a sí mismo.
Lo convence de que lo que está haciendo no es suficiente. Que sus ambiciones
deben ser mayores. Que debe trabajar más que todos. Que no debe dormir cuando
ellos duermen. Que no debe romper su ayuno cuando otros lo hacen. Que no debe
descansar cuando ellos descansan. Que si otros lavan sus manos y rostro tres
veces, él debe lavarlos siete veces. Que si otros hacen el Wudú (ablución) para
la oración, él debe hacer el Gusl (tomar baño). Y lo incita a otros actos
similares de exageración. Haciendo que se desvíe del camino recto del mismo
modo que hizo con la primera persona.
La intención de Shaitán para ambos es mantenerlos alejados del
camino recto. El primero haciendo que no se acerque y el segundo haciendo que
se extralimite".
(Al-Wabil as-Sai'ib de Ibn Al-Qaim, pág. 19.)
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