lunes, 23 de febrero de 2015

Al IJLAS

Bismil-lâhi r-rahmâni r-rahîmi
Con el Nombre de Allah, el Más Misericordioso, el Dispensador de gracia

1. qul huwa llâhu áhad
Di: Él es Allah Único,

2. Allâhu s-sámad
Allah el Irreductible,

3. lam yálid wa lam yûlad
no ha engendrado ni ha sido engendrado,

4. wa lam yákun lahû kúfuan áhad
y no tiene igual.

«Hay varias palabras en árabe que significan sinceridad, pero la más poderosa es Ijlâs. Ijlâs es sinceridad desinteresada, auténtico desapego, pureza absoluta en la intención y en la acción. Es un acto de liberación (jalâs). Quien supera esa prueba accede a un mundo transparente, descontaminado, en el que las cosas no ocultan a Allah sino que son su signo y presencia de su riqueza. Con el Ijlâs, el hombre disfruta de la existencia en su raíz, en la eternidad que está en su fundamento. El Ijlâs es la victoria del espíritu sobre la pesadez de la gota de mezclas, es la hegemonía de la capacidad del hombre para percibir.»

Existen muchos hadices que nos señalan acerca de la importancia de esta sura. El Profeta solía decir que vale por la tercera parte del Corán y no es extraño ya que aquí se nos habla acerca de la naturaleza de Al-lah, Al-ijlas es la cosmovisión del islam. Los musulmanes la solemos repetir varias veces cada día.
Es una declaración de la unicidad de Al-lah, el hilo con el que se teje el islam. Trabajar en la unicidad es el esfuerzo del mumin para deshacerse de todo lo accesorio, todos los ídolos que le impiden acceder al Ijlas.

Este es el yihad mayor, el esfuerzo que hace el creyente por superarse a sí mismo y se trabaja en dos direcciones: interna y externa.

La externa comprende actos de adoración como el azalá, el ayuno y la peregrinación. También consta de prohibiciones como el asesinato, el robo, el delito sexual, la maledicencia, la intolerancia, etc. Todo lo que daña a la sociedad.

La interna consiste en purificar el interior: para ello debemos fomentar cualidades como la confianza en Al-lah, la sinceridad, la generosidad, el desapego, etc. Debemos, así mismo, luchar contra nuestros egos y pulirnos de defectos como la soberbia, la hipocresía, la envidia, el rencor, etc., todos ellos ídolos que nos impiden reconocer la unicidad.

¡Di!, ¡proclama!, dale realidad al hecho de que Al-lah no sólo es Uno e Indivisible, además es ahad, Único y excluyente de todo tipo de asociación. No hay nada más.

El término as-samad sólo aparece una vez en el Corán y sólo se aplica a Allah. Comprende los conceptos de eterno e independiente, causa y motor de todo cuanto existe y de todo lo que el hombre puede concebir. Así pues, nuestra existencia y la de todo lo que percibimos o imaginamos no tiene sentido fuera de esta realidad.
No ha engendrado ni ha sido engendrado. No tiene descendencia, nosotros no somos Su descendencia, ni Su prolongación ni nada que Él necesitase para su realización. No tiene origen y, por tanto, no tiene fin. Es absoluto.

Y no hay nada que se le parezca. No hemos sido creados a su imagen, ni puede ser una imagen que proyectemos, es inimaginable e inabarcable.

Considero esta sura continuación de la sura al-kafirun porque es como si fuera la respuesta y explicación del mumin al kafir: «… y este es mi Din».

Autora : Maite Carbajo

Fuente : Al Kalima

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