“¡Firat!
Es hora de dormir, querido. No juegues más”, le dije con voz decidida, su
reacción fue cómica, sorprendente y preocupante a la vez: “Papá, si me haces
dormir estaré triste y si tú me provocas tristeza, Allah te pondrá en el
Infierno”.
Inicialmente
me reí, pues nunca había oído tan terribles palabras de su boca pequeña e
inocente. Pero me preocupó que hablase del Infierno. ¿Qué sabes sobre el
Infierno, querido? Me dije a mí mismo. Esto no es algo que mi niño pueda
imaginarse por sí solo. Esto es algo que no debe ser mencionado a la ligera ni
por los adultos. Debemos recordar siempre el horrible lugar que es y nunca se
debe bromear al respecto ni condenar gente a él a la ligera.
Esto
me hizo pensar qué clase de valores, qué estructura de motivaciones debemos
enseñar a nuestros hijos como musulmanes.
Para
algunos musulmanes el Islam se ha convertido en una serie de prohibiciones: “No
bebas alcohol, no comas cerdo y, en ciertas culturas, no comas carne de
McDonalds”… y así sucesivamente. “Y si lo haces acabaras en el Infierno”. Para
muchas personas, hasta aquí llegó su educación islámica. Los padres consideran
que su obligación religiosa se cumplió: “Ahora dedícate a la educación secular
para que puedas ganar mucho dinero”.
El
resultado frecuentemente es que el niño crezca sin ninguna conexión espiritual
con la fuente del Islam. El origen de la fe es el amor a Allah. La lista de “no
hagas” y “haz” es un pequeño y periférico resultado de nuestra adoración a
Allah. La adoración en el Islam se debe entender como la máxima expresión de
amor y no un simple acto físico de inclinarse.
El
Islam nos enseña sin compromisos a adorar y a querer a Allah como el centro, no
solo de nuestra vida espiritual sino material. El fundamento del Islam es el
Tawhid - Unicidad- y aquellos que piensan que el Tawhid es una cuestión de
números –es decir, que tengamos uno en vez de tres o varios– pues están
equivocados. El Tawhid consiste en hacer de Allah el centro de nuestra
existencia, en agradecerle, en recordarlo, en buscar Su ayuda, confiar en El,
complacerlo y, sobre todo, en amar a Allah.
Tenemos
los mejores años de la infancia de nuestros hijos antes que sean adolescentes
para inculcarles el amor a Allah, el reconocimiento de Sus bendiciones y
presentar el modelo del Profeta, paz y bendiciones con él, a sus mentes y
corazones.
Como
nos muestra la ciencia, las conexiones de las neuronas cerebrales de nuestros
hijos se están formando durante esos años, y los hábitos y habilidades
aprendidos a esta edad definirán su personalidad sin pensar lo que sean luego.
Una buena educación Islámica es casi como transmitir firmes buenos valores,
modales y fe hasta sus corazones y mentes.
*
Un individuo es el resultado de una educación.
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