A
diferencia del Corán, que es la Palabra de Dios para toda la humanidad y no
sólo para los musulmanes, y que fue registrado por escrito en vida misma del
Profeta Muhammad (saws), en el mismo momento en el que se revelaba, a través de
un equipo de escribas designado al efecto, los dichos y enseñanzas del
Mensajero de Allah no se compilaron inmediatamente. Se registraron después de
su muerte, dado que era más importante recopilar y salvaguardar los versículos
del Coran.
Su
transmisión era oral, de padres a hijos, de maestro a discípulos. La primera
generación, los contemporáneos del Profeta (BP), relataron lo que vieron y
oyeron a las generaciones posteriores. La raza árabe del Hiyaz se destacaba por
su memoria, cultivada desde la época pre-islámica con la preservación de una
prolija reseña de las genealogías familiares que se remontaban a épocas
legendarias, y en la conservación de relatos de hazañas y poesías. Esta
excepcional memoria, potenciada por la trascendencia que tenían para esos
hombres los hechos de la historia de los orígenes del Islam, que habían vivido
junto al Mensajero de Dios, hicieron posible una transmisión de enseñanzas
proféticas a las generaciones sucesivas.
Fue a lo largo del segundo siglo de la
Hégira que se hizo patente la necesidad de preservar y certificar los hadices
posiblemente auténticos, compilándolos de una manera ordenada según las
necesidades de las diversas ciencias islámicas emergentes. Surgieron así las
grandes compilaciones clásicas de tradiciones proféticas, y con ellas, toda una
ciencia con diversas ramas dedicadas específicamente al estudio del hadiz.
La compilación de
hadices se inicia mucho antes del nacimiento de Al-Bujari en 195H,
contrariamente a lo que se cree.
Hay
seis colecciones clásicas de hadices atribuidos al Profeta. Aunque se les defina como “obras
auténticas - Sihah”, no implica en absoluto que lo sean o que estas estén
desprovistas de errores, de manipulaciones o de aberraciones. Se ha mentido mucho
en su nombre por intereses, se ha mancillado su imagen a través de miles de
hadices mucho antes de que nacieran los de Charlie Hebdo. El Profeta
sabía que se escribiría demasiado sobre él y por eso dejó claro que todo hadiz
debía ser analizado a través del Corán. Él nunca instó a sus compañeros
a escribir nada sobre él, le preocupaba más la palabra divina.
Esas
narraciones fueron recopiladas siguiendo un criterio personal, los fundamentos
establecidos en las ciencias del hadiz son simplemente un esfuerzo personal de
los científicos del hadiz. Por lo tanto, al ser todo un esfuerzo humano existe
un porcentaje de error en dicho esfuerzo, un esfuerzo que no debe ser
menospreciado tampoco.
Los
libros de hadiz no son referencia islámica, son referencia histórica, fuente de
información, luego deben ser estudiados y analizados meticulosamente para
quedarnos con lo que corresponde con el Islam en su origen extraído del Corán.
Muchos musulmanes,
pertenecientes a la escuela de acepta todo y calla porque lo dice x-y-z,
piensan que rechazar un hadiz es equivalente a rechazar un versículo Coránico,
lo que significa que te hace un desviado, un anti-Sunna, un enemigo del Islam…
La primera persona en rechazar hadices fue Aisha- Allah esté complacido con
ella-
rechazó una veintena de hadices directamente, no esperó leer las seis compilaciones.
Umar ibnu Al Jattab prohibía que NADIE relatara nada sobre el Profeta Muhammad
sino tuviera dos testigos por cada persona. Muslim rechazó hadices de
su propio maestro Al-Bujari. Abu Hanifa y tantos sabios antiguos también no
dudaban en rechazar cualquier hadiz dudoso tras su análisis. Así que, a los
celosos del legado : ¡despertad!
Una
de las grandes catástrofes de esta comunidad que se descompone gracias a su
inercia y a su simplismo, es precisamente la de aceptar todo lo que empieza por
“narró fulano de mengano que el Profeta dijo..” como palabra divina, como
revelación divina y por lo tanto no sólo fue realmente dicho por él, sino que
hay que obedecer sin cuestionar nada.
Pensemos
un poco: Supongamos que esas narraciones fuesen revelación-astagfirullah- qué
clase de revelación es esa que unas veces se la etiqueta de sahih-correcto o
auténtico- otras de buena, otras de débil…Esto sí que es un chiste. Nos
tragamos todo desafiando hasta el sentido común. Acaso existe algo llamado versículo
auténtico, versículo débil entre otra decena de etiquetas? No, verdad?
Lo
que es peor aún, llamar esas obras “Sihah” plural. Sahih Muslim, Sahih
Al-Bujari es un insulto a la palabra divina cuando nos dice “¿Acaso no
reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Allah habrían
encontrado en él numerosas contradicciones.”
Todo lo que no sea palabra divina es
contradictorio.
Un
último dato: No existe en todo el mundo ni un solo manuscrito de Al-Bujari
o de Muslim. Lo que leemos hoy día no son obras originales. Lo que los
musulmanes llaman el libro más autentico después del Corán, en verdad data de
105 -151-168-229… años después de la muerte de Al-Bujari. Lo mismo sucede con
las demás compilaciones.
Hay
que espabilar y dejar de creer que ya se sabe todo porque me leí dos libros o
porque llevo cuarenta años de musulmán o porque mis sheikhs favoritos dicen...
Hay millones de hojas sin leer aún, mucho conocimiento que adquirir con la
ayuda de Allah para los que son sinceros.
Ciertamente
que el profeta habló, ciertamente que dijo, pero lo que dijo no se desviaba del
Corán, no se desviaba de la fitra (la naturaleza inicial del ser humano), no se
contradecía a sí mismo o a la palabra divina.
Los hadices que vayan en la misma línea que
el Corán, los que instan a aferrarse a principios morales, virtudes, ética. Los
que instan a ser mejores creyentes, mejores seres humanos, los que describen al
Profeta tal cual lo describe Allah en su libro, los que describen a Allah tal y
cómo ÉL El Altísimo se presenta a sí mismo en el Corán son todos bienvenidos.
El resto de cuentos de mil y una noches, de mitos fantásticos y de aberraciones
no nos interesan.
La prioridad es el Corán, comprender la
palabra divina, sobre todo en estos tiempos de fitna y de absoluta confusión y
de desorientación.
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