martes, 13 de enero de 2015

Muhámmad, el respeto al nombre de nuestro Profeta

La primera declaración que Al-lah, sea glorificado, hace en Su libro es: “Al-hamdu lil-lahi rabbil-‘alamin” (la alabanza a Al-láh, el Señor de los mundos), pues toda alabanza viene de Él y a Él vuelve. Y este significado de la alabanza es el que eligió como nombre para Su Profeta. Y lo llamó Muhámmad, el muy alabado, el nombre que acompañaría a Su propio nombre en el doble testimonio del Islam: “Atestiguo que no hay dios sino Al-lah y atestiguo que Muhámmad es el Mensajero de Al-lah”. Palabras que los musulmanes repetimos continuamente y que están incluidas en la llamada a la oración y en la oración misma. Por eso Al-lah dice: “¿Acaso no te hemos abierto el pecho?, ¿Y te hemos librado de la carga que pesaba sobre tu espalda y hemos puesto tu mención en un lugar elevado?”. Refiriéndose con esto último al hecho de que el nombre del Profeta, al que Al-lah le dé Su gracia y paz, es mencionado junto al nombre de Al-lah.

Y lo llamó Áhmad, el más alabador y el más alabado, su nombre en la Otra Vida o su nombre en el Cielo, y lo llamó Hámid, el que alaba, y lo llamó Mahmud, el alabado. Dice Al-lah en el Corán: “Y cuando dijo ‘Isa, hijo de Mariam: ¡Hijos de Israil! Yo soy el Mensajero de Al-lah para vosotros, para confirmar la Torá que había antes de mí y para anunciar a un Mensajero que ha de venir después de mí cuyo nombre es Áhmad”.

Comentando esta aleya dice Al-Qushairí: “Todos los Profetas anunciaron a nuestro Profeta, sea con él la gracia y la paz, pero Al-lah cita únicamente a ‘Isa, sobre él la paz, en este lugar, porque es el último Profeta antes de nuestro Profeta. De manera que todos los Profetas lo anunciaron, uno tras uno, hasta llegar a ‘Isa, sea con él la paz”.

Áhmad tiene una morfología que implica el grado superlativo en el significado de la alabanza. Dijo Al-kawashí: “El significado es que todos los Profetas son alabadores de Al-lah pero él es el más alabador de todos y todos ellos son loables por sus hermosas cualidades de carácter pero él es el que más cualidades loables posee”.

Y dijo Ss-Suhailí: “En sus nombres Áhmad y Muhámmad hay una alusión al hecho de que él es el sello de la profecía porque la alabanza (decir al-hamdulillah “la alabanza a Al-lah”) está establecida por la ley revelada al terminar los asuntos y completarlos”.

De ahí la importancia de llamar al profeta Muhámmad por su nombre de la manera más correcta y respetuosa como parte del respeto que le es debido, un respeto que está por encima del que le es debido a cualquier otra criatura y que forma parte del respeto debido a Al-lah.

El nombre de Mahoma, que de una manera equivocada se toma como su adaptación al castellano, parece ser que procede del francés Mahomet, que a su vez es una adaptación del turco Mehmet, que a su vez es una adaptación en lengua turca, debida en origen a una dificultad de pronunciación, del nombre Muhámmad.

No vamos a entrar en dilucidar las circunstancias históricas y lingüísticas que influyeron en que este nombre impropio se extendiera y fuera usado, pero lo que está claro es que es innecesario usarlo teniendo acceso al nombre original, como es el caso de todos los musulmanes en relación al nombre de Muhámmad. Pero además en el caso de Mahoma es más grave por el hecho de las connotaciones y las ideas asociadas que este nombre tiene. Usar este nombre está absolutamente lejos del respeto debido al Mensajero de Al-lah.

Y sin llegar a este grado, también entraría en esta falta de respeto, que el nombre de Muhámmad sea mal pronunciado o mal escrito. Hay países europeos con una gran presencia musulmana donde los propios musulmanes, contagiados por cómo lo escriben en dichos países en los documentos oficiales, lo escriben de formas tales como ‘Mohamed’. La pérdida de la doble eme, aunque parezca irrelevante o no demasiado importante, incide en su significado, porque es en esa consonante duplicada donde radica el énfasis del significado del nombre Muhámmad como “muy” alabado. Al igual que no decimos Alá, sino Al-lah, debemos decir Muhámmad. Otra cosa es la dificultad que un no árabe pueda tener para pronunciarlo correctamente.

Todo esto lo que provoca, con o sin intención, con o sin conciencia de ello, es una mengua del respeto debido al Profeta Muhámmad, cuyo nombre va unido al nombre de Al-lah, por lo que debemos considerar que nombres como Mahoma y similares no deben ser utilizados ni aceptados en ningún caso por los musulmanes para referirse al mejor y más noble de los seres creados por Al-lah.

Autor: Abdulgani Melara
Abdel Ghani Melara es filólogo y autor de una de las traducciones del Corán en lengua española más reconocidas y aceptadas a nivel mundial. Ha traducido numerosas obras entre las que cabe mencionar: Al Muwatta del Imam Malik, Ash-Shifa y Qawaid Al Islam de Qadi Iyad, Mujtasar al Bujari, Tanbih al Ghafilin de Abu Laiz As Samarqandi, el Diwan de Shaij Muhmmad Ibn Al Habib, etc, además de artículos y conferencias sobre distintos aspectos del Islam.

Fuente: Islamhoy

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