jueves, 15 de enero de 2015

Reflexión

En 1742, François Voltaire estrenó en París una obra de teatro llamada “El fanatismo o Mahoma el Profeta”. Allí presentaba al Profeta (pyb) como un impostor, un manipulador, un desleal, un hedonista descontrolado y, sobre todo, un forjador de fanáticos.

Napoleón Bonaparte comentó sobre la obra diciendo ¡Y quién es Voltaire para hablar del protagonista de la Historia! Me imagino lo que diría en estos días de histeria colectiva acerca de las caricaturas. Si el gran Voltaire es nadie para difamar e insultar al Profeta Muhammad, menos lo será un cutre semanario. Así que, que digan lo que quieran, que dibujen lo que quieran, porque además Mahoma es un personaje imaginario, nuestro Profeta se llama: Muhammad no Mahoma para empezar.

Veintiocho años después, Voltaire vuelve a escribir sobre el Profeta y sobre el Islam, esta vez alabando su figura. ¡Y, sí! La gente cambia, hay que darle tiempo a algunos.

Debemos centrarnos en analizar el problema desde sus raíces y hacernos las preguntas pertinentes (¿por qué odian a los musulmanes? ¿por qué odian “el Islam” –no odian el Islam porque simplemente no lo han visto, odian lo que proyectan los musulmanes como Islam) para encontrar una solución. Todos somos responsables de la imagen que proyectamos del Islam, tanto a nivel individual, como a nivel comunidad.

La Cancillera alemana, Angela Merkel, instó a los sabios musulmanes a mostrar el verdadero Islam. Sin duda, la Señora Merkel ha puesto el dedo en la llaga. Por otro lado, Zuhair Mahmood, supervisor de la formación de Imams en Francia, también acertó en su diagnostico, el fracaso en ofrecer a la juventud una educación acorde con los preceptos de nuestra religión. El fracaso en la formación de imams de nivel.

A los musulmanes se nos “activa” fácilmente; unos dibujitos, una pseudo-peliculita y arde Troya! Somos seres emocionales y el Profeta no educó a sus seguidores para que sean seres emocionales, los educó para que sean humanos y racionales. No sé qué Profeta siguen algunos…

Uno de los problemas a los que nos enfrentamos como comunidad es la ausencia de un discurso islámico racional, inteligente y fiel al mensaje Coránico. El discurso islámico difundido desde los púlpitos o desde canales islámicos por imams, sheikhs, pseudo-sheikhs, predicadores de moda que se han nombrado como portavoces del Islam, no sólo no está a la altura del desafío, sino que hace más daño que bien. No produce mentes libres que cuestionan, produce esclavos que obedecen a humanos. Gracias a ellos y a su discurso soporífero de nivel de primaria, fuera de la realidad Coránica y de la realidad espacio-temporal, nos encontramos con musulmanes desprovistos de profundidad, de pensamiento, de auto-crítica, de cultura… De tales maestros, tales alumnos.

La mente del musulmán está llena de narraciones, de edictos legales que prohíben todo en la vida y de cuentos de las mil una noches estilo islámico. Todos saben qué dijo el imam fulano, el sheikh mengano, pero nadie sabe qué dijo ALLAH.

Alguien sabe, por ejemplo, que Allah le informa al Profeta en el Corán que los asociadores de la época-mushrikun- lo llamaban “oreja”-udun-, porque lo consideraban como alguien incapaz de distinguir entre lo verdadero y lo falso, que sólo se dedicaba a escuchar todo y a todos. Pero en cambio, si os digo que el profeta dijo porque lo narró fulano de mengano que él dijo que quien imita a un pueblo es uno de ellos, seguro que os suena más. Si le pido a alguien que analice el hadiz y que me explique a qué se refiere tampoco tenemos idea, no?
La realidad de los musulmanes no es para estar orgulloso; personalmente no hay nada que me irrite más que “el Muslim Pride”; orgulloso –orgullosa de ser musulmán. Y de qué nos sirve tu orgullo, de qué sirve al Islam…Esta es la educación fallida de los sheikhs e imams de mezquita. El Islam es el que tiene que estar orgulloso de ti musulmán, no tú! Si no aportas nada al Islam, mantén silencio y no seas un problema para tu sociedad.

Basta de lloriqueo, basta de victimismo, basta de echarle la culpa a falsas banderas, conspiraciones (todo país tiene una agenda política que quiere ver cumplida a todo precio, no es su culpa si los musulmanes deciden hibernar permanentemente).

La vida es un esfuerzo constante –yihad- para mejorar como seres humanos, mejorar como creyentes y mejorar nuestras sociedades. No está escrito que iba a ser fácil, el Profeta no lo tuvo fácil. Así que, por respeto a él, por respeto a lo que representa debemos despertar ya de una vez y seguir su ejemplo. Aprendamos el Islam que él enseñó y no el que enseña el clero antes de quejarnos y decir que los demás nos odian.


PD : No me refiero seguir narraciones.

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